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#1 BLOG: La Despeinada, por Germánico Revuelta* publicado el 04/04/2016 a las 19:49
Canto I

Torre de San Pedro Mártir, 
esbelta, gentil, graciosa, 
yo quisiera que al oído 
me dijeras una cosa.

Dime: ¿es que no has tenido tiempo 
de peinar tu cabellera,
que igual te encuentro en verano 
que estabas en primavera?

Como una palma de Cades 
te elevas entre los cielos, 
pero todo lo estropeas 
con esos dichosos pelos.

¡Ay! Manola, Manolita, 
¡ay! Manolita, Manola, 
mucho pelo en la cabeza 
y poco seso en la chola.

Me pregunta a mí la gente, 
y me da mucho coraje, 
¿cuándo va usted a quitar 
de la torre el andamiaje?

Al resplandor de la aurora 
tus cabellos plateados, 
parecen púas de erizo
por el centro y por los lados.

Con el clavel entre el pelo 
pareces una andaluza,
y en las noches de verano 
una perfecta lechuza.

Llamo clavel al piloto
que ilumina esa maraña
de tu cabello enredado
y que a todo el mundo extraña.

Vanidosa, presumida, 
humilla tus pensamientos, 
que parece tu cabeza 
un manojo de sarmientos.

Como un nido de cigüeña 
que a medio hacer se quedó; 
como un zarzal en el río 
que en invierno se secó.

Me gastas una cabeza 
que parece una mimbrera, 
y mirándote de lejos 
una enorme batidera.

Tantos hierros retorcidos 
rodean tu campanario, 
que parece una grillera 
o la jaula de un canario.

Como una tela de araña, 
más o menos bien tejida, 
como una zarza de Horeb 
entre la selva escondida.

Es tu cabeza cuadrada
lo mismo que una pradera, 
pero con más agujeros, 
que tiene una regadera.

Muchas más cosas me quedan 
por decir de tu cabeza, 
pero ya no te las digo 
por no causarte tristeza.

Y con esto aquí termina 
éste mi primer cantar; 
te llamo la despeinada 
sin poderlo remediar.


Canto II

Un día quise peinarme, 
la torre me contestó, 
pero mi pelo es de acero 
y el peine se me rompió.

Ya me parecía a mí 
que algo debía pasar, 
cada vez que te miraba 
y te veía sin peinar.

Perdona si, con mi canto,
en algo herí tu pudor,
pero es que te quiero hermosa 
como un suspiro de amor.

Contemplándote extasiado 
pasara la vida entera,
y a la sombra de tus muros 
dulcemente me durmiera.

¡Ay! Manolita, Manola, 
¡ay! Manola, Manolita, 
con la cruz entre tu pelo 
pareces una bendita.

Eres faro que iluminas
en la noche tenebrosa, 
eres puerto de esperanza 
que haces al alma dichosa.

Refugio de caminantes 
al pie de la carretera, 
eres fuente, eres alivio 
de la humanidad entera.

En esa cruz redentora 
murió nuestro Salvador, 
para dar al hombre 
vida viviendo siempre de amor.

Cruz de perlas y rubíes,
de zafiros y diamantes,
en ti su consuelo encuentran 
los corazones amantes.

Dos campanillas de plata, 
ocultas entre tu pelo, 
alegres y juguetonas
lanzan sus voces al cielo.

Son dos hermanas siamesas 
con el mismo corazón, 
que al despertar la mañana 
te llaman a la oración.

A trino de ruiseñor,
a voz de angelitos bellos, 
me suena su repicar 
a través de tus cabellos.

Como dos niñas traviesas, 
como vírgenes doncellas, 
al cielo cuentan sus cuitas 
a la luz de las estrellas.

Y la luna embelesada
en la frente les da un beso, 
y mirándose en sus ojos 
su corazón queda preso.

En un eterno aleluya,
en un éxtasis de amor, 
viven tus dos campanillas 
sin conocer el dolor.

Las campanas de mi torre 
jamás a muerto han tocado 
ni su tañer lastimero 
a ninguno ha despertado.


Por eso yo te saludo
y me uno a tu alegría,
y a Dios mil gracias le doy 
en la Santa Eucaristía.

Seguid, seguid repicando, 
llamad los fieles a misa
con vuestras lenguas de plata 
y en los labios la sonrisa.

Me encanta el repiqueteo 
que desde tu campanario 
invita a todas las gentes 
a que recen el Rosario.

El Rosario de la Virgen, 
el Rosario de María, 
vida, dulzura, esperanza, 
causa de nuestra alegría.

Adiós, mi torre querida, 
adiós, mi torre adorada, 
eres para mí un tesoro 
que no lo cambio por nada!


Te llamo la buena moza, 
te llamo la bien erguida, 
de las torres la más bella, 
más elegante y pulida.

Fray Germánico Revuelta 
Escribano Almonacid 
te dice que eres la torre 
más chocante de Madrid.

Tú, reina de Fuencarral, 
tú, reina de Valdebebas, 
la reina de Gulipindis
y la reina de Alcobendas.

Así termina, mi torre,
este segundo cantar.
Te encuentro tan resalada 
como las aguas del mar.

---------
Madrid7 de octubre de 1962
Festividad del Santísimo Rosario

* Hermano cooperador Dominico, portero del convento.

diegoel10

Nuevo

diegoel10Nuevo

#2 publicado el 06/09/2022 a las 21:31
esto es de control parental, gracias por compartir hermano.
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